
Felipe II es uno de los personajes más importantes de nuestra historia. Su gran personalidad y la complejidad de la Europa de su tiempo, le confieren un protagonismo especial en una época de gran plenitud vital en el continente. Enrique Martínez Ruiz, uno de los más reconocidos especialistas en el periodo, aborda en esta extraordinaria biografía, ricamente ilustrada, las tres principales facetas vitales de Felipe II. La primera, la del hombre que ha de formarse con vistas a las responsabilidades que le esperaban como cabeza de un gran imperio que se asentaría en las cuatro partes del mundo entonces conocidas. La segunda, la del rey que debe ejercer un gobierno permanente sobre todos los territorios en multitud de ámbitos. Y la tercera, la derivada de las dos anteriores, y que eleva su figura a la categoría de mito. Esta obra, destinada a convertirse en una de las principales referencias historiográficas, no solo se centra en la vida y obra del monarca, sino también en su tiempo, su corte, las artes y las letras, la guerra y la paz, la diplomacia y la vida cotidiana del Siglo de Oro español.
En la Edad Moderna, alzar banderas contra su rey fue una empresa que pocos hombres se aventuraron a acometer. No en vano, en una sociedad que consideraba a sus reyes como representantes terrenales de la divinidad, resultaba extraño que los súbditos se atrevieran a subvertir el orden político desafiando abiertamente el poder de los monarcas, cuyo dominio se admitía generalmente de modo natural. De ahí la importancia de la rebelión aragonesa contra Felipe II, episodio que el presente volumen analiza ofreciendo una interpretación crítica con la historiografía tradicional.
España se debate hoy en un interregno lleno de incertidumbres en el que sus pulsiones de progreso y atraso han elegido retarse en un duelo a muerte. Esta es la crónica exuberante de una pugna entre transformación y resistencia que ha producido cuatro años de secuestro del mandato de las urnas. La crisis de los consensos de la transición explica casi todo lo que ha ocurrido en esta década hasta desembocar en el momento reaccionario en que estamos inmersos, cruce de pulsiones que recorren todo Occidente y que aquí toman cuerpo en la constelación de un viejo nacionalcatolicismo que huele a Farias e incienso de sacristía, con un momento trumpista definido por la imantación popular de la más patente y violenta imbecilidad política. En estos escogidos episodios nacionales pop —por buscar una etiqueta que les dé linaje— se hace elocuente cómo se ha legitimado paso a paso una pulsión antidemocrática mientras el funcionamiento institucional se esclerotiza. Pero también se da cuenta de los éxitos parciales de la modernización política, unos triunfos marcados por las urnas que está por ver si evitarán que el país regrese al furgón de cola que ha ocupado en la...
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